domingo, 25 de noviembre de 2012

Ría de la Vida

Toujours "Le" Voyage
Noviembre, este era el mes en el que mi padre cumplía años. Él se fue hace unos cuantos octubres. Cuando fui a esparcir sus cenizas había eclipse anular de sol. Una luz extraña para un mediodía de otoño. Había elegido un lugar que domina toda la ciudad. Aunque era lunes, estaba ocupado por gente observando el cielo. Gracias a este hecho busqué una alternativa más íntima no lejos de la estación del funicular. Ahora, esos gramos de polvo estarán incrustados en la tierra del monte reblandecida por las lluvias de aquel otoño, y al abrigo de los cambios que otros puedan hacer para desfigurar el terreno. Acabó su camino, allí arriba, bajo unos grandes árboles.

Viajeros al borde del Camino
Las cenizas, eso es lo que queda de nosotros al final. Estos días hemos estado viendo una película que me ha recordado esas cosas pequeñas que paradójicamente hacen que la vida sea importante. Se titula El Camino (The Way). Teníamos interés en verla porque Mayte y yo vivimos en un punto del Camino Norte de Santiago. También, porque hace dos años estuvimos en Santiago de Compostela, Fisterra y Muxía. Habla de lo que te cambia la vida un hecho pequeño, nimio y que en algún momento has llegado hasta a despreciar. Lo que para otros es importante, a nosotros nos provoca risa. Un hijo que le confirma a su padre que no se graduará. Que prefiere viajar a lugares especiales en vez de tener un vida de club de golf como la de su progenitor, un respetable oftalmólogo estadounidense. 

El fin del viaje, el fin del mundo
Cuando inicia el Camino, ese joven muere a causa de la climatología. Su padre, que nunca se llevó bien con él, viaja a hacerse cargo de sus restos. En Donibane Garazi (St. Jean de Pied de Port), roto por la pérdida, decide continuar el Camino de Santiago que comenzó su hijo. Tal vez con la esperanza de conocer mejor a la persona de la que ahora lleva las cenizas en la mochila, sin saber que este hecho va a ser lo que le va a cambiar la vida. Para ser una película estadounidense dirigida a estaunidenses, hay pocas cosas que chirríen en la historia. No me gustó la parte de los gitanos en Burgos y que el viaje no transforme a sus compañeros de ruta después de más de 700 kilómetros a pie. Porque el camino te cambia, lo hagas entero o unas decenas de kilómetros en alguno de sus tramos. Emilio Estévez es su director, y creo que la historia expone ese punto de ying/yang entre la vida que vivimos y la que elegimos.



The Way: Buen Camino
Y..., ¿Qué es la vida? Alguien me dijo una vez que la vida es como un río que fluye. Que si le cae una gran piedra en el cauce y lo bloquea, el agua buscará seguir su curso. Aunque tarde un poco más, retomará su camino hacia el mar. Si este texto formara parte de un libro de auto-ayuda, lo más probable es que el mar fuera el éxito. Si fuera de literatura estarían hablando de Jorge Manrique. Si fuera de un manual de Protección Civil estaríamos hablando de una catástrofe. Pero estamos hablando de la vida, de eso que canta un amigo mío en una de sus canciones: “La vida es un lugar bonito”. Y me produce una verdadera emoción cuando le escucho decir: ”...porque nadie es culpable cuando se aferra al deseo de vivir” (Txuma Murugarren, “Bizitza toki ederra da”).

Con pan y vino se anda El Camino
El deseo de vivir es algo sobre lo que estuve reflexionando hace muchos meses. La piedra cayó en mi riachuelo. Era tan grande que no la podía arrastrar con la fuerza de mi corriente. Estancó mis aguas y poco a poco noté que el sol la estaba secando. A los que nos ha caído esa gran roca justo cuando nuestro paso se ha hecho tan angosto que bloquea nuestra vida, tenemos que armarnos de fuerza para trepar por la piedra para llegar a lo más alto y mirar la senda por la que caminábamos. Mirarla bien porque cuando saltemos al otro lado dejaremos de ver por dónde veníamos. El pedrusco nos ha cambiado y aquella senda se habrá esfumado, y si no hemos asimilado sus baches y tropezones nos costará salir renovados para elegir una vida nueva.

Si encontramos una piedra en nuestra Ría, que nos enseñe el territorio
Este verano, Rafael Pacha me dedicó uno de sus temas. Se titula “Ría de la vida”. Aparece en su último álbum llamado “Tiempo”. Vida y tiempo son las dos cosas que llenan de riqueza a cualquier persona. No haría falta más. Pero siempre anhelamos lo que no tenemos y pasamos por alto la fortuna que ya poseemos. Desde Córdoba, Rafa ha creado un disco lleno de música sensible en el que nos relata su viaje instrumental a través de sus vivencias recientes. Él también tiene una historia de cenizas, con un recuerdo parecido al mío. 

Abandona la ropa que llevabas y consigue una nueva
“Ría de la Vida” está interpretado con una Mohan Veena, un instrumento utilizado en música hindú. Me llenó de emoción y comprendí que tenía que ponerme en camino para “volver a casa”. Ahora estoy al final de esa singladura, en mi Monte Do Gozo particular, a menos de una semana de acabar mi tratamiento de quimioterapia, y después a seguir caminando hasta llegar al mar para arrojar a las turbias aguas de la Costa de la Muerte la leucemia, a la que llamo MONO, y mi vida anterior. Esa ropa y ese calzado que me han acompañado arderán en las rocas, y las cenizas las tiraré en esos remolinos de espuma para no volver a llevarlos nunca más.

Si pudieron con el petróleo, podrán con las cenizas de MONO
Este está siendo mi segundo viaje iniciático. El primero me hizo amar la música por encima de todas las cosas, éste me está haciendo amar la vida.

No sabes lo que se siente mirando desde aquí


Rafael Pacha - Ría de la Vida - 2012

sábado, 17 de noviembre de 2012

Nocturno de Princesa

La vida salta en cualquier esquina, que una de ellas sea la nuestra.
Dicen que el cuerpo y el cerebro están conectados. Que lo que pienses hace que tu cuerpo funcione como un Red Bull en manos de Sebastian Vettel o como un Porsche yendo en dirección contraria manejado por un kamikaze hi-tech. Pero si tienes una enfermedad necesitas activar el mecanismo de esclusa para que las inundaciones de malestar y de dolor no afecten al centro de control, como en el Canal de Panamá. Lo que me pasa en el cuerpo no debe alterar mi cerebro.

El cuerpo siente todo el rato, pero no podemos olvidarlo. Esas señales pueden ser de muchos colores y tonalidades. Las luces verdes que nos llenan de paz porque rebosamos energía por todos los lados. Las luces ámbar intermitentes que nos advierten de que algo hay que mejorar. Las luces rojas que señalan peligro, hay que detenerse y arreglar el problema.
Demasiadas luces rojas
"Aquí estoy ahora esperando a nadie esperando nada...", así comenzaba una canción de "Fiebre de Vivir" el primer disco hecho en España del argentino Moris. Un disco que puedo llamar clásico dentro del rock hecho en español. El tema se llama Nocturno de Princesa. Qué tienen los artistas argentinos que son los únicos que me llenan haciendo canciones en español. Desde hace muchos años, el pop de aquí es muy deficiente, tanto como la salud de aquella mujer a la que llevan en silla de ruedas.

Otra vez es miércoles y estoy en esa sala llena de gente deteriorada y llena de esperanza. Cuando venía por los jardines del hospital recordaba aquella canción, tal vez porque he llegado media hora antes. Porque ya la vida no tiene prisa. Aparcado en esta sala, esperando que suene tu nombre, escribo en mi mente lo que voy mirando. Hoy he recogido mi parte de baja en el centro de salud, veintimuchas semanas de tiempo suspendido. Una película de ciencia ficción con el protagonista en un mundo hibernado.
La vida se ve mejor con cristales de colores.
Acabo de ver a una persona conocida, con la que hace tiempo no tengo trato. No quiero saludar para no molestar su intimidad. Respeto el silencio. Me ha mirado y no ha hecho ningún ademán. Tal vez le he recordado a mí mismo pero con el pelo largo. Nadie espera ver a un conocido en un sitio como este, y menos interpelar a alguien que se parece a otro alguien por ese miedo a reconocer que no se está bien. Aceptamos que nuestro coche está averiado, pero no aceptamos con agrado la inconveniencia de la enfermedad.

En este tiempo, he aprendido que la enfermedad es una renovación. Y que no estamos enfermos eternamente, excepto el protagonista de la obra de teatro de Molière. Al final nos acabamos curando y los que no, se mueren. Y ese verbo reflexivo implica una acción, no un estado. Se mueren, pero no están muertos. Porque morirse no es una desgracia, no vivir, sí.

Pronto estaremos celebrando la fiebre de vivir con otros líquidos
que no estarán colgados en bolsas de plástico.


Moris. Nocturno de Princesa. 1978

viernes, 26 de octubre de 2012

Blue Jean

Escribiendo en los cielos de mi mente
Estaba escribiendo otro post, de hecho lo comencé a escribir en mi mente el miércoles. En esos minutos que se alarga mi espera para que me revisen el PICC que llevo en el brazo. No voy a desvelar nada, porque pronto verá la luz. Cambié de idea mientras Lourdes me iba quitando las capas de adhesivos que cubren mi bíceps. Donde me hacen el mantenimiento semanal es la sala donde me han extraído sangre para las analíticas, cuando mis linfocitos estaban oscilando entre 83.000 y 96.000. Un tiempo que yo lo veo como mi Edad Media, llena de oscuridad y temores. 

En esta pequeña sala hay dos puestos para sentarse y uno para tumbarse. Siempre que puedo me pongo en el que está al lado de la ventana. Por suerte, el Hospital de Basurto de Bilbao tiene césped y árboles entre los pabellones. Miro esas hojas que se balancean y la gente que entra y sale por la puerta de enfrente. Esto me distrae, porque si miro lo que me están haciendo a lo mejor me da un mareo. Soy un poco aprensivo. Si te veo sangrar, me caigo redondo.

En el otro puesto se sentó una mujer a la que le iban a revisar el PICC por primera vez. El tener un aparato de esos ya te conduce a la solidaridad con las personas que también lo llevan. Generalmente, cuando estoy allí, ni siquiera miro para saber quién está a mi lado. En vez de mirar todo el tiempo por la ventana, esta vez me giré para ver su rostro. Probablemente tenía mi edad. Estaba preocupada por su marido, para que le devolvieran el papel que el hospital emite con cada cita y así justificar ante su trabajo esa “ausencia de acompañante”. Porque los acompañantes también son tan ausentes como nosotros. No existimos. Dejamos de salir a la calle, dejamos de contar para la gente que nos conoce. Las rutinas se cambian. Ya no hay pinchitos de tortilla los viernes en La Fuente, esa antigua taberna de puerto tan entrañable. Ya no hay cervezas en cualquier sitio, siempre tienen que ser sentado en la calle. Ahora que el tiempo se va haciendo más frío sólo se pueden tomar en casa. Ya no hay prisa para tomar el autobús de las 7:30, ni el de las 8:00, ni el de las 8:30. La persiana del estudio ya no se levanta todos los días, sólo un ratito los miércoles. Sólo para mirar que todo está en su sitio. La música se apagó para encenderse en otro sitio.


Stick concienciado y solidario contigo

Esa mujer estaba a punto de acabar su tratamiento y las venas ya no le aguantaban más. Le contaba a Susana, la otra enfermera, los problemas que había tenido en el quirófano donde nos ponen estos dispositivos. Bajo su pañuelo, se veía en su cara el deterioro por la lucha contra otro cáncer de mama. Porque cuando se pelea en el frente cotidiano contra esta enfermedad se te pone cara de guerra. Es tu uniforme y el pañuelo es tu casco integral. Esa cara con diferente pañuelo es la que veía en los blogs de las “chicas del cáncer”, como las llamamos desde aquel primer día en el que descubrimos aquella fuente de sabiduría. 


19 de octubre, un día contra el cáncer de mama...
... que se sufre 365 días al año.

La primera imagen que me llegó fue Blue Jean. No sabía porqué. Pero apareció en mi cabeza el retrato de David Bowie muy maquillado y con turbante, caracterizado como un cantante imaginario llamado “Screaming Lord Byron”. Ese maquillaje oscuro y dorado. Ese aire de misterio que da siempre un pañuelo. Blue Jean no habla de una historia de mil y una noches llena de incertidumbres. Ni de un caminar encima de un alambre haciendo equilibrios con una barra de quimioterapia y unas zapatillas de radioterapia. Esa forma física y química de mantener la estabilidad y de llegar al otro lado. Ni de ese extraño viaje bajo el que no hay red. Blue Jean sólo es un detalle, un movimiento. La traigo hoy por unos segundos de película. Imaginando cómo será ese día en el que el pañuelo cae como una hoja de otoño o se desenrolla como el papel de regalo un día de cumpleaños y te muestras tal como eres. Como Screaming Lord Byron girando sobre ti misma desenlazando un turbante, para decirle al mundo: ¡Estoy curada!.


19 de octubre sesión en rosa.
Esta historia ocurrió hace diez días, dos días antes del Día Mundial del Cáncer de Mama. Me he tomado mi tiempo para hacértela llegar, porque los efectos secundarios son cada vez más agudos y me cuesta contar cosas, pero no quería pasar por alto esta fecha y descartar esta historia. Acordarme de esa jornada en la que el MONO y yo cruzamos palabras de solidaridad contigo y con personas como tú. Este homenaje va por ti que has luchado, estás luchando o lucharás contra algo que te cambia la vida al instante y que, cuando llegas al final del alambre, te ha convertido en mejor persona. Porque las guerras que libramos son paralelas, sé muy bien de lo que hablo. Blue Jean.


David Bowie - Blue Jean


17 minutos de un Bowie patoso y 3 minutos de un Bowie estrella

jueves, 11 de octubre de 2012

Todos tienen algo que ocultar excepto yo y mi MONO / Everybody's got something to hide except me and my MONKEY


Los cielos del oeste. Mañana volverá la luz.

El camino me ha enseñado que la vida es breve y redonda. Que cuando menos te lo esperas la tortilla da la vuelta. Quien ahora está abajo luego estará arriba, y viceversa. Es la ley del Karma. Yo ya he estado muerto, hasta que decidí acabar con lo que me había matado, hasta que decidí acabar con la leucemia. Entonces renací y la vida es más brillante aunque el panorama alrededor sea lo más parecido al día después de un incendio en un parque natural.

También las tortillas de los viernes dan la vuelta y se ponen más alegres

Hace muchas semanas que no apunto nada en el blog. Ahora volvemos a mover Shock the monkey to life. Coincide que en estas fechas Shock the monkey, la canción, está sonando en directo en EE.UU. Peter Gabriel está de gira recordando su disco de hace 25 años llamado So. Esa gira pasó por San Sebastián en aquellos años 80 y allí estaba yo, en las vallas delante de Tony Levin. Ah! El tío Tony, como le llamamos Mayte y yo, qué persona más entrañable. Él hizo que me enamorara del Chapman Stick, ese fantástico instrumento que ahora toco.

El Chapman Stick.
Enamorado de su sonido desde el segundo disco de Peter Gabriel
Estoy escribiendo desde la sala de espera del pabellón del hospital en el que me atienden. Hoy toca limpieza de PICC como todos los miércoles a las 12:10. Ahí dentro me esperan Azucena y Lourdes para pasar unos minutos especialmente agradables mientras cuidan que mi brazo no se infecte. Allí hay mucha presión, pero su forma de ser y su buen humor hace que nos sintamos cómodos y confiados. Hoy he podido sentarme mientras espero, las últimas semanas la sala estaba atestada de gente y prefiero que se siente otra gente, porque a lo mejor están peor que yo. Hay mucha gente deteriorada a mi lado. Puede que yo esté peor que ellos, pero siempre pienso que estoy mejor que la mayoría. ¡Ah!, pensar, qué acción más exótica. 

Siempre pienso que estoy mejor que mucha gente que piensa que no tiene nada en la salud. La razón es muy sencilla, desde que acepté la enfermedad, digo lo que pienso y pienso lo que digo. No me interesa caer bien a todo el mundo, esto me libera de un montón de tensiones. Conmigo mismo y con los demás. Antes sólo pensaba y pensaba. Hacía muy pocas cosas completas. ¿Le agradará esto a mi cliente Tal? ¿Estará bien decirle esto a Pascual? ¿Esta música gustará al cañero pero angelical director de la serie más horrible para la que he hecho una banda sonora? Pensar, pensar y pensar. Nunca actuar, ni expresar. ¿Qué más da? Haga lo que haga, lo que voy a conseguir es una respuesta. Y una respuesta es mejor que un pensamiento encerrado en una jaula.

Ahora paso muchas horas solo y eso me posibilita aprender de mis silencios. Antes también pasaba muchas horas solo, cuando trabajaba. Estaba un montón de horas encerrado en mi sala de control magnífica, llena de aparatos sofisticados y muy caros escuchando sonidos llenos de vacío y carentes de imaginación. Inversión millonaria para trabajar con ideas de estercolero. Lo que pasa es que esto no se lo podías expresar al guitarrista de turno o al rapero con sus Nike nuevas porque te podían meter el Pro Tools por donde se rompen los cestos. Pero es así, me voy guardando cosas y voy llenando mi vida de frustración. 

Si las paredes de esta sala hablaran...
Desde que supe un poco de la vida de mundo del arte, me pareció un lugar lleno de carencias. De gente poco desarrollada y llena de frustraciones. Usaban las canciones, las pinturas, las esculturas, las novelas, los ensayos y las películas como vía de escape. Hay tantos mensajes de socorro en las obras de arte como gente puebla las urgencias de los hospitales. Incluso hay montones de capítulos en las biografías y en las autobiografías de los artistas que están llenos de S.O.S.

Urgencias. Os lo juro por Snoopy, esto está lleno siempre.

John Lennon era una de esas personas, incluso tituló "Socorro" una de sus canciones, uno de sus discos y una de sus películas. Por lo que ha trascendido en los documentales y en los libros que hablan de su persona o de su banda, siempre le tacharon de deslenguado y de que decía las cosas como eran y no como se debían de expresar para que no molestaran. Incluso alguna agencia gubernativa de las que se autoproclaman de inteligencia le tuvo en el punto de mira. Compuso esta canción llamada “Todos tienen algo que ocultar excepto yo y mi MONO” para el doble blanco, cuando The Beatles estaban en su peor crisis, después de poner a parir al Maharishi en "Sexy Sadie" y el título coincide con lo que ahora siento. Hay demasiada hipocresía en nuestra vida cotidiana. Tanta, que una vez coloqué un cartel en la oficina de la que yo era responsable con la leyenda: "Los que hablan mal de mí, si supieran lo que pienso de ellos, aún hablarían peor". Eso fue en los años 80 y sigue en vigor ahora, tanto que hay un grupo de FaceBook con este nombre. Por lo que hoy, con el número 695 en la cola para pedir hora para la sesión de la semana que viene y con más de veinte por delante, me apetece hablar de las cosas que me pasan por la cabeza y que a veces comento con Mayte, pero que muchas me guardo. Seguro que a élla le daría un poco de corte poner. Llevo ya una hora sentado esperando. ¿Los malditos recortes en personal? Algunos parece que en vez de pedir una cita para consulta están negociando un viaje a Bali.

Llevo 21 semanas seguidas de baja, y he estado entrando y saliendo del hospital desde febrero. El año pasado dejé de trabajar con continuidad en abril y en todo este tiempo he perdido a casi todos mis clientes. Tengo muy pocas esperanzas de encontrarme con alguno cuando probablemente en primavera vuelva a abrir el estudio. Ahora mi futuro está abierto, lo tengo que pensar así. Si acumulara menos juventud me plantearía marcharme de este país en el que chapoteamos como cerdos, y cada vez somos más en la pocilga. Esto se lo debemos a la piara de políticos que están ahí para aprovecharse. Ellos se comen las trufas y nosotros las bellotas.

Esos políticos que dicen que vivimos por encima de nuestras posibilidades le dicen a mi hospital que se acabaron las Neulastas (medicina reforzadora de defensas). Que ahora me den Zarzio. Que ya solo el nombre suena a zafio, a blanco y negro, a algo que te va a sentar mal. Era lo que se recetaba antes de aparecer la Neulasta. Esto refuerza este texto, volvemos a los años oscuros. Efectivamente. Después de tomar la inyección te empiezas a encontrar mal. Me advirtieron de los efectos secundarios, pero no los imaginaba así. Además, la tortura se prolonga durante cinco días. Neulasta era una única dosis sin putadas, Zarzio son cinco dosis, cinco días seguidos y con más efectos especiales que Prometheus. 

Un poco de EPO para sanar más rápido. El producto energético favorito de muchos deportistas.
A los de dos ruedas les vuelve locos.
Yo sé que Mayte y la gente como ella que se dedica a la enseñanza están muy mal de ánimo. Y me pone triste. Tienen un jefe que lo único que le importa es la españolidad y su máximo exponente de cultura es la corrida de toros. Que le importa un huevo que un niño pague el 21% por un libro. Tiene un gran problema de categorías mentales. Es muy fácil ser jefe así. Te señalan con el dedo, te sacan de tu profesión de tertuliano manipulador y te ponen en la mano una goma de borrar del tamaño de un misil norcoreano para que haga desaparecer todo lo que no le guste, a él y a los que pagan al gobierno. Que no son los inquilinos de la pocilga, sino los dueños de las fábricas de pienso, de abono, de boticas, de energía y de los que construyen esas pistolas con las que nos anestesian para distraernos mientras nos sacan los jamones y los choricitos tan ricos. Y cuando Mayte me viene contando las historias del colegio pienso que, de qué están hechos los padres de ahora educados a base de Bola de Dragón y Playstation. Que se hunden en sus sofás poniéndose una de esas pistolas de anestesia de la marca Tele 5 o TVE, que ahora son casi gemelas. ¿Porqué no se mueven y luchan para que sus hijos tengan derecho a una educación pública y no a una doctrina? ¿Porqué no luchan para que los colegios públicos tengan medios? No entiendo por qué un niño no pueda llevar un lápiz y un cuaderno al cole porque nadie tiene dinero para comprárselo.  Qué diablos de conciencia hay..., qué importa la prima de riesgo si el rebaño pasa hambre de saber y de alimentos. Entonces hay que pensar que, esa calaña que se junta para insultarse al más puro estilo del teatro clásico en lugares altamente protegidos son perjudiciales para nuestra salud.

Conciencia de clase hasta la médula
Y de la salud no quiero hablar, porque tendría que decir muchas cosas de la persona que lo lleva. Esa que parece todo un melanoma y que tiene un Jaguar en el garaje y que no sabe de dónde ha salido. Que es incapaz de decir dos frases coherentes delante de un micrófono. Que tiene el cargo porque estaba allí donde repartían las papeletas y que no se sabe cómo recogió más que los demás.

Durante estos últimos años hemos conocido muy bien a quienes nos roban el pienso y nos matan de frío. Todos esos que se juntan en esos establos de primera y rebuznan a gusto. Da igual de qué color tengan el pelo, porque cuando entran ahí todos tienen el mismo objetivo, vivir a costa nuestra. Da igual el color de la cuadra: Azul, con golondrinas; Roja con claveles; Morada con porras y guadañas. Se me acabarían los colores de tantas como hay. Da igual dónde esté el establo, en Vitoria, en Valencia, en Toledo, en Madrid, en Bruselas..., todos son igual de dañinos.

Ahora es tiempo de campaña electoral en mi granja. Cuando los burros políticos están en celo democrático cambian su cuerpo de asno por el de conejo. Las mismas orejas largas, lo que pasa es que al conejo le duran más las pilas para seguir contando bobadas. Y te hablan de temas tan complejos como la construcción de motores de avión en el Parque Tecnológico de Zamudio como de temas tan problemáticos como los desahucios. Si en la vida han trabajado en nada que no sea mover la lengua, si nunca han ido a parar un desahucio, ni siquiera a organizar unas condiciones para que no se lleguen a producir. Pero, aunque todos sepamos lo que pasa y que nos engañan, el día 21 de octubre saldrá otro asno lehendakari por cuatro años. Y encima, tenemos que dar gracias que nuestra granja todavía funciona un poco mejor que las otras. 

No avanzamos. Nunca lo haremos mientras prefiramos mirar al pasado y a las tradiciones. No nos atrevemos a romper la tendencia que nos ata a un sin futuro. Que preferimos vivir en los años 40 del siglo pasado, porque somos incapaces de tener arranque y enfrentarnos al siglo 21, quitando la máscara de los que nos quieren ganar la guerra que ellos han inventado. La gente joven y super preparada se empieza a marchar como en las películas de Alfredo Landa. Ya lo he comentado, yo también lo haría. Encima el chon mayor se regodea diciendo que los lechoncitos llevan la buena imagen de la pocilga por el mundo entero, mientras se fuma un puro. No se da cuenta de que después de todo el pienso invertido, y alguna que otra trufa en los últimos años, otros aprovecharán esos jamones pata negra y esos lomos para el beneficio de sus economías. Esto se ha convertido en lo que dice la canción "God save the queen", que nos hacía tanta gracia cuando la escuchábamos con dieciocho años. El punk, el borracho y el niño, son los únicos que dicen la verdad. 

Algunos familiares y algunos amigos son como los políticos, que sólo se acuerdan de tí cada cuatro años. Y cuando lo hacen y te llaman o te escriben, es como si te hubiera tocado la lotería. Se sienten pletóricos y creen que tú te tienes que sentir igual. Se sienten pletóricos porque creen que así te animan y esconden su torpeza de no saber cómo tratarte. Como saben que ya no te vas a morir de esto, vuelven a su rutina de pobres miserables ignorándote como antes.

Hace unas semanas leía en el blog de Ainara Trigueros sus apreciaciones de cómo tratar a un enfermo de nuestras patologías. No sólo no daba en el clavo, sino que en algunos puntos se quedaba corta. Ahora lo que buscas es solidaridad y apoyo. Lo que encuentras es vacío. La gente a la que echas de menos, un día te tuvo por alguien con un halo brillante, alguien especial. Hasta que se dieron cuenta de que tenías un coche de más de 20 años, coche clásico lo llamo yo, que ibas en autobús a trabajar, cierta sostenibilidad, que amabas tu profesión y que aunque hay muchos meses de vacas flacas no volverías a trabajar por cuenta ajena.

Esperando al tren, nuevo destino.
¡Ah!, el trabajo. Bendita cosa esa a la que tienes que ir cuando más sueño tienes. Soy autónomo, ya lo puse en algún sitio. Y no creo que el día en que pueda levantar la persiana de mi estudio, llamado Belfegore y que está en el barrio de Bilbao de donde soy llamado Zorrotza, tenga cola para que produzca discos o componga músicas para la tele. Si antes el banco no me ha embargado, lo utilizaré como base para mi propia creación. Algo que llevo semanas planteándome. Si el trabajo no viene al estudio, sacaré mi trabajo a la calle. 

Belfegore cuando lo abrí. 

Estoy en proceso de reciclaje. Esto me está llevando desde agosto, desde que toqué con KNF en Aste Nagusia 2012. Primero serán las ideas. Necesito despejar de las malezas de los prejuicios los caminos por lo que puedo discurrir . Del “esto no haré porque...”, del “esto no voy a ser capaz...”, estos son los planteamientos de los que huyo. Todos los trabajos son respetables si los llevas a cabo con dignidad. Lo importante es decidir qué voy a hacer durante los primeros meses. Ya lo planteé hace unas semanas, cuando estaba ingresado en el hospital, decidir ir por el buen camino o por el mal camino cuesta lo mismo. Y , como es algo que afectará a mi entorno personal durante los próximos años, tengo que planificarlo bien.

Mi trabajo..., ¡A la calle!

El MONO y yo tenemos muchas cosas que contar. De la vuelta a tocar en directo, de las visitas que hemos tenido, de la cantidad de gente maja que hay, de la cantidad de buenos momentos que tiene el día, de gente que hemos conocido en persona en estos meses de enfermedad. Pero ha habido unas semanas que hemos estado en un tris de quedarnos mudos. Pero lo hemos pensado mejor después de escuchar seriamente la canción de Lennon "Todos tienen algo que ocultar excepto yo y mi MONO". Es una canción tan seria que la letra la podía haber escrito un alumno de Mayte de ocho años. Así que, vamos a dejar las pajas mentales y a continuar lo que hemos empezado. La vida va pasando y el tratamiento también. La leucemia cada vez tiene menos peso en mi pensamiento. Esto es debido a que las cosas van mejor que bien. Ya no me importa la nausea, tampoco la desgana. Son parte de mi trabajo en pos de la sanación. Ahora mi trabajo es este, ya sabéis, EL OBJETIVO. Si te quedas en los detalles molestos te perderás la satisfacción de la evolución positiva. Si te quedas escarbando en la basura nunca aspirarás a ser feliz.


Hoy ha tocado hablar sobre cosas que generalmente no nos habíamos planteado cuando iniciamos el viaje hacia la sanación. Abrir la zona más oscura de nuestro cerebro y sacar los desperdicios para limpiar nuestra mente, para después contar cosas positivas en los próximos posts. Pero era necesario, por salud mental llegar a un desahogo. Os lo recomiendo. Echad la mierda fuera. Seréis más creativos, os respetarán más y viviréis más años. Eso puede implicar que le empecéis a caer mal a mucha gente. Pero, ¿Realmente esto importa después de haber estado muerto?

John Lennon siempre ha hecho discos muy malos. Incluso, si The Beatles hubiera salido hoy día  sería un grupo del montón. Lo que pasa es que en aquel tiempo se necesitaba algo que cambiara las cosas. No se sabía muy bien qué. Creo que ahora estamos en las mismas. Se necesita un cambio. No creo que llegue hoy, pero sé que vendrá, como en la canción de Sam Cooke



El único disco que me gusta de JL es Some Time in NYC.
Activismo político de multimillonario.
En este disco toca Frank Zappa, y eso cambia las cosas.
JL, FZ convierte tu disco en algo que merece la pena.
Pero dile a Yoko que se calle


The Beatles: Everybody's got something to hide except me and my MONKEY

viernes, 31 de agosto de 2012

En Mi Vida / In My Life


En el último post hablé de esos días especiales marcados en rojo y negro en el calendario. Los rojos son los que nos vienen marcados “de fábrica” y los negros los vamos fabricando nosotros.  Todos tenemos nuestros días especiales, y no son los cumpleaños en los que todo el mundo revolotea a tu alrededor. No, son esos días que sólo tú conoces y los guardas en el lugar más importante de tu corazón.

Bienvenidos a Twilight Zone: La Dimensión Desconocida

Hoy es 30 de agosto y en una ciudad llamada Recuerdo hay un chaval que está muy nervioso. Tanto, que no sabe si hará bien en subirse al autobús para ir al centro de la ciudad. Sabe que, haga lo que haga, éste puede ser el día más importante de su vida. Hacía pocos años, cuando tenía ocho, un conocido de su padre le dijo: “los hijos de los obreros no pueden leer tebeos”. Aquella sentencia era parte de la estupidez forjada a base de una vida dura en una época oscura e inculta. Esas palabras se le quedaron grabadas, apareciendo un sentimiento de culpabilidad y el resumen era que un hijo de un obrero no podía tener cosas bonitas, algo que con los años, esas cosas bellas serían parte de lo que se llama cultura. Pero aquella tarde iba a poner fin a aquella culpabilidad e iba a lograr hacer realidad un pequeño sueño.

El chico de Recuerdo había pasado todo el verano escuchando música en la radio; música diferente a la que se ponía en el tocadiscos de su casa. Era la primera vez que elegía qué escuchar, aunque fuera lo que ponían otros. Lo que pasa es que esta vez sí que le gustaba lo que sonaba. Era justo antes de salir de vacaciones para ir a otro lugar llamado Memoria. Allí conoció a otros chavales de su edad que tenían un montón de discos de los que molaban, que organizaban guateques en los garajes y que ponían cosas tan increíbles como el primer disco de Santana, el “Seventh Soujourn” de The Moody Blues, cosas de un grupo glam macarra llamado Slade y otras rodajas de vinilo tan apetecibles como extraños eran sus nombres. Todo era brillante, era como la retentiva que todos tenemos de cuando comenzábamos a ir a la escuela y percibíamos los colores de alguna manera que ahora hemos perdido.

En verano el dinero corre más fácil de unos bolsillos a otros. Este año, en el verano de Memoria, el chaval de Recuerdo consiguió un buen puñado de pasta. La familia que hace un año que no veía le mostraba su aprecio en forma de billetes de 100 pesetas. Sin darse cuenta había reunido el dinero que necesitaba para comenzar a tener lo que tenían los chavales de los garajes, libertad para elegir lo que querían escuchar.

El autobús olía a aceite pesado y a sudor. Una máquina torpe de dos pisos pintada de rojo que parecía sacada de una película al más puro estilo de "Delicatessen". El motor estaba dentro del habitáculo y convertía al vehículo en un horno con ruedas. Eso no importaba, lo que importaba era llegar al Galerias Preciados de Recuerdo. 

La tienda estaba situada bajo unas torres altas en las que vivían los modernos de la ciudad. La estructura de los edificios generaba una serie de calles en forma de túneles llenas de tiendas de ropa extravagante. Algo parecido a las tiendas y los bares que aparecen en otra película llamada "La Naranja Mecánica", film prohibidísimo para aquella sociedad. A la zona más repleta de tiendas la llamaban "la calle pop", en un quiero y no puedo comparativo con las calles de una ciudad extranjera llamada Shangri-la.

Las puertas se abrieron a la ilusión y el chaval de Recuerdo avanzó entre mostradores de pañuelos, de lencería salida de un búnker y de ropa de caballero hasta que llegó al departamento de discos. Aquello era para volverse loco. Estaban todos los discos que había escuchado durante sus vacaciones en Memoria. Sacaba uno del expositor e iba hacia la caja, justo antes de llegar volvía sobre sus pasos: "este, no. Mejor este otro." Así pasaron minutos dramáticos de dudas. Hasta que agarró con fuerza el "Seventh Soujourn" de The Moody Blues. Cuando parecía que todo estaba decidido, se acercó al disco que había estado escuchando en la radio antes de irse de vacaciones. Era rojo y doble, como los autobuses. En la portada había cuatro tipos asomados y apoyados en una barandilla dentro de un edificio que se parecía a los que estaban encima de la tienda. Se titulaba "The Beatles 1962-1966". Era muy caro, costaba 520 pesetas. Eso era una fortuna, porque en el país en el que estaban Recuerdo y Memoria los discos eran un artículo de lujo y estaban gravados con un 33% de impuesto de lujo.

The Beatles 1962-1966, última edición en cd de 2009

El "Seventh Soujourn" volvió al expositor en el que permanecería durante muchos años y nuestro chaval se llevó aquel disco rojo. Desde ese día, aquel tocadiscos Melodial amarillo que su padre compró un año antes de que él naciera estuvo sonando sin descanso arañando los surcos de aquellos dos discos con una gran manzana en la etiqueta.

Este fue el primer disco, iniciando un cambio de vida. Nuestro amigo estudiaba guitarra clásica, y se dio cuenta de que aquellas sencillas canciones escondían potentes vibraciones que le llenaban más que los aburridos estudios de Tárrega. Luego llegaron cientos de discos, luego miles con el paso de los años. Y, con el tiempo, el chaval de Recuerdo se dedicó en cuerpo y alma a la música. Ensayó en garajes, tocó en colegios. Grabó maquetas con su grupo y sonó en la radio. Salió en la televisión tocando con su camiseta de rayas. Aprendió el oficio de producir discos y compuso música para televisión.

Todo el mundo recuerda su pasado. Lectura imprescindible

Ahora reflexiona y piensa que la música de aquel disco rojo no la escucha desde hace años. Aunque siempre que sale una versión nueva de esta grabación la compra. Es más, ya ni escucha a The Beatles, de vez en cuando alguna canción suelta, y nunca de este disco. Pero piensa que tener ese disco cambió su futuro.

Portada y contraportada
La ciudad llamada Recuerdo existe. Está en otra dimensión, en la Twilight Zone. Cuando las cosas se ponen duras y la voluntad y el ánimo se comienzan a diluir suelo viajar a ese lugar. Revivo mis raíces y mi espejo es aquel chaval que eligió su destino. Igual que yo un 30 de agosto de hace 39 años. Ese día en el que sabes que algo muy importante ocurrió en el pasado. Un hecho simple que has repetido a lo largo de tu vida cientos, miles de veces. Pero hace 39 años fue especial: compré mi primer LP. Elegí el disco rojo de los Beatles entre un montón de posibilidades. No creo en el destino. Pero sí que suelo pensar en que nuestras decisiones afectan a nuestro futuro y lo cambiamos constantemente. Pienso que si hubiera comprado el "Seventh Soujoun" tal vez no hubiese iniciado este blog. Sólo me gustaba una canción: " Sólo soy un cantante en una banda de rock and roll". El resto del disco nunca me dijo nada. Lo compré quince años después del disco rojo de los Beatles. Creo que porque me dio pena dejarlo en la tienda aquel 30 de agosto.

Celebrando el 30 de agosto y que seguimos adelante.
"Hay lugares que recordaré toda mi vida, algunos han cambiado, no para mejor...". Así empieza "In My Life". Aquel Galerías Preciados ya no existe. La calle pop se hundió porque en Bilbao somos "de toda la vida", y esas cosas modernas no duran. Se sigue llamando así:  "La Calle Pop". La zona ha cambiado mucho, incluso Bilbao. Ya no queda ninguna de las tiendas de discos en las que compraba en aquella época: Quintana, Vellido, Aurresku, Woodstock y La Tienda. Aún creo que sigue aguantando Power Records, junto con alguna de las tiendas Long Play. También, mi forma de comprar música ha cambiado mucho. Ya no soporto entrar en una tienda de discos, me pongo muy ansioso. Me da pereza rebuscar. Ahora compro directamente a los artistas en sus páginas web y de vez en cuando en las grandes tiendas de Internet. Los discos me llegan en tres días, y ahora que no puedo moverme es todo un avance.
Ahí estaba Galerías Preciados y entre los dos edificios, la Calle Pop
En mi vida, como en la canción de Lennon, he pasado por muchas fechas señaladas, por esos días negros que se convierten en rojos. Gente que se ha marchado y otra que ha permanecido. Hechos que han dejado su particular huella. Todo esto ya forma parte de mí y quería recordarlo, además de compartirlo el día que mi corazón guarda en el lugar más importante, el 30 de agosto. Porque aquel día empezó el camino por el que he andado durante todos estos años y se convirtió en mi forma de vida: LA MÚSICA.

La música me hace estar vivo.


"Information is not knowledge. 
Knowledge is not wisdom. 
Wisdom is not truth. 
Truth is not beauty. 
Beauty is not love. 
Love is not music. 
MUSIC IS THE BEST."

La información no es conocimiento,
el conocimiento no es sabiduría,
la sabiduría no es verdad,
la verdad no es belleza,
la belleza no es amor,
el amor no es música,
LA MÚSICA ES LO MEJOR... 

Los Beatles nunca envejecen
The Beatles - In My Life. 1965