miércoles, 25 de julio de 2012

Todas Las Cosas Dulces / All Sweet Things


Cada vez que voy a Londres es como si emprendiera un viaje iniciático. A la vuelta siempre he experimentado un cambio de personalidad debido a las situaciones vividas allí. Y, he notado que mi persona ha mejorado. Como si hubiera cumplido con éxito una misión muy difícil. Desde que me crecieron las alas, he vivido momentos tan intensos en esa ciudad que rellenaría muchos posts del blog. Siempre en la calle, acumulando experiencia. Hasta 2009 no visité un museo. Los únicos museos que me interesaban eran el Marquee y el Hammersmith Odeon, entre otros. Lugares de conciertos llenos de electricidad y decibelios.
Londres era mi Shangri-la. Allí estaba toda la música que yo quería escuchar y comprar. Allí estaban todos los instrumentos musicales con los que yo soñaba despierto y dormido. Estaban todos aquellos autobuses rojos de dos pisos, que me transportaban a mi niñez, cuando subía las escaleras de aquellos viejos Leyland hasta el piso de arriba para ocupar la parte delantera y ver bien el triste paisaje que era el Bilbao de los años 60. La línea 15 de Bilbao-Santurtzi y la línea 10 de Bilbao-Barakaldo, las cambié por la línea 52 y 38. Números que conectaban Notting Hill - Ladbroke Groove, donde residí en mi primer viaje, con el Soho a través de Victoria Station.

Tres piezas de museo
Recuerdo a mucha de aquella gente que me ayudó cuando estaba perdido. En mi primer viaje sólo sabía decir en inglés “I can`t get no satisfaction” y cuatro palabras sueltas que me había enseñado mi padre. En mi expedición a la aventura con 18 años de 1977, mucha gente me ayudó con cariño y calor, sin conocerme de nada. La mayoría eran de las Antillas y de Jamaica, negros como el tizón y con esos dreadlocks en la cabeza, que aquí mal se llaman “rastas”. Gente que hablaba un inglés tan raro que no entendía nada. Era el “patois”. 

Dreadlocks can`t live inna tenement yard Notting Hill Carnival 2009
Ahora que estaba a punto de comenzar mi singladura hacia la sanación, me encontraba tan desnudo como cuando aterricé en el aeropuerto de Gatwick. La semana pasada se cumplieron 35 años de aquel hecho. Estaba tan desorientado, como cuando llegué a Victoria Station por primera vez. Alguien me ayudó aquel día. Y hoy, sé que hay gente que está detrás de nosotros para que lleguemos al final del viaje que supone la cura.
Cuando en junio hablé con mi hematólogo sobre los detalles del tratamiento, me dijo: ”Tú tienes lo mismo que José Carreras”. Recuerdo al tenor catalán cuando era noticia en la televisión hace veinticinco años, y no por la carrera musical. Su carrera era contra la muerte. Tenía Leucemia. Supongo que no es lo mismo tener leucemia ahora que en 1987; los tratamientos han mejorado, las ayudas también, y José Carreras ha contribuido a que esto sea posible.
Como mucha gente, desconocía lo que hizo Carreras después de aquel grave suceso con su salud. La música de ópera, y la mayor parte del mainstream clásico me aburre soberanamente. De hecho, lo único que pincho muy de vez en cuando en casa es Matteis, Victoria, Von Bingen y Bach. Por lo que, no sabía de la existencia de la Fundación Josep Carreras contra la leucemia, que el tenor fundó hace casi un cuarto de siglo. Porque cuando vives sin enfermedades graves a tu alrededor, no piensas en la cantidad de gente que hay moviéndose para hacer la vida más llevadera a personas que tienen graves deficiencias en su salud. Y si ves en la tele una información sobre estas entidades, pones el piloto automático porque a ti no te puede pasar eso. Y esa noticia cae en el olvido como tantas otras, hasta que vives un día perfecto y al día siguiente te puedes encontrar atrapado en un grave problema. Porque la leucemia no avisa.
En un post anterior conté cómo conocí las actividades que realizaban Pelones Peleones, en esos días de junio también llegué a la web de la Fundación Josep Carrerras. La entidad ha trabajado desde su constitución para conseguir que nuestra dolencia en todas sus formas se pueda vencer y que podamos vivir una vida plena y con un futuro abierto. Tenían en marcha una campaña, una semana contra la leucemia. Un montón de gente salió a la calle para entregar un folleto a los transeúntes con un claro mensaje: VALORA LA VIDA. Esa gente eran 152 pacientes y ex-pacientes de enfermedades hematológicas. Este es uno de sus objetivos: la concienciación y la información. Tanto para dar a conocer los aspectos de las enfermedades hematológicas, con sus estadísticas como para aumentar el número de donantes de médula ósea y cordón umbilical.

http://www.fcarreras.org/es/
Tengo mucha suerte de vivir donde vivo, y de estar cerca de un hospital con uno de los mejores equipos para mi tratamiento. Hay gente que no tiene esas posibilidades. Se tienen que desplazar lejos de su casa a una capital de provincia y probablemente muchos tienen que trasladarse a otra comunidad autónoma, y muchos no tienen recursos. Hay que dar soporte a todas esas personas. Tener pisos de acogida con conexiones a internet, porque estos pacientes no pueden salir a la calle por la inmunodeficiencia, y necesitan distraerse e informarse. Por lo que existe otra meta importante, que es la mejora de la calidad de vida de los enfermos y sus familiares. Y a esto destina la Fundación Josep Carreras un dinero que proviene de donaciones y de las cuotas de los socios.
Ahora que los gobernantes de este país ha pegado un gran palo a la ciencia, la entidad financia proyectos de investigación científica. Porque promoviendo la investigación y apoyando a los científicos, es la única manera de desarrollar medicamentos y tratamientos más eficientes, menos agresivos con el organismo y que consigan curar la leucemia completamente y a todos los pacientes. Todo este conocimiento está en su página web. Es la información más completa sobre la enfermedad que he encontrado en todo internet. Allí he podido leer de una manera clara todo lo que he necesitado saber sobre mi enfermedad: Leucemia Linfática Crónica (LLC).
La LLC me conecta con mucha gente. Gente que no conozco personalmente y me sigue en este blog. Gente que no sabe de mí y que en los próximos meses cruzaremos nuestros caminos. Gente maravillosa que está plasmando sus experiencias en bitácoras como ésta, para que gente como yo haya encontrado su camino a casa. Y gente como la que hay detrás de la Fundación Josep Carreras que luchan todos los días para que me cure y que tú, que vives despreocupado pensando en un verano caluroso, aunque no hagas nada ahora, te plantees donar médula en un futuro cercano. Y que vosotros, que os habéis planteado ser padres, donéis el cordón umbilical. Si tan sólo consiguiera que alguno de vosotros conectara con la Fundación, me haría muy feliz y conseguiría que este fuera el mejor post del blog.
Mi amigo Iván, Coyote Painting Walls, expuso hace dos sábados en una galería del sur de Boston. En su mural se puede leer una pintada “No man is an island”, ningún ser humano es una isla. Aquello que escribí hace unos cuantos post. La hizo pensando en mí y nos la dedica en todos los que andamos metidos en esta lucha. Los que tenemos la enfermedad y los que nos ayudan. Porque todos estamos implicados, incluso Iván, porque cuando se comunica conmigo también me ayuda, aunque él no lo note.
Ningún ser humano es una isla
Cuando regresé a Londres hace tres años, el MONO ya me acompañaba a todas partes. Todavía no se había vuelto tan pesado como en los últimos tiempos y me permitía completar los días sin cansancio. No volvía desde 1996, pero ya no existían aquellas tiendas de discos, por las que me movía como pez en el agua. Muchas tiendas de instrumentos habían huido del centro. Todo era un poco más triste. Pero ya no necesitaba ir a Londres a comprar música, ni instrumentos. Aunque si que compré dos instrumentos: Un cuenco tibetano y un Shennai.
Machacando al MONO con el Shennai
Era la primera vez que íbamos Mayte y yo juntos a esta ciudad. Fue una semana muy especial porque conocí el Londres que yo había ignorado durante mis viajes anteriores. Fuimos a ver Abbey Road, la National Gallery, viajamos a Greenwich en barco y volví al carnaval de Notting Hill. Hicimos más cosas, pero lo que marcó el viaje fue el concierto de presentación del nuevo disco de Judy Dyble en el 100 Club. Otro de los templos legendarios de la historia de la música. Era un concierto exclusivo para la prensa del que nos enteramos por casualidad antes de salir de viaje. La discográfica había reservado unos cuantos pases para poner a la venta y compramos dos. 

Mayte and I at 100 Club
El concierto era a una hora muy rara, a las 16 horas. Nunca había ido a un concierto tan temprano. El 100 Club está en el número 100 de Oxford St. Corrían rumores de cierre, pero el club sigue funcionando y programando conciertos. Aquella tarde se presentaba “Talking with strangers”, el nuevo álbum de Judy Dyble, la que fuera primera cantante del grupo de folk inglés Fairport Convention. Ahora tiene una librería en Oxfordshire y de vez en cuando graba discos con sus antiguos amigos. Hoy no voy a hablar de Judy, ni de sus canciones, sino de gente que estaba allí dentro de la sala. Uno estaba en el escenario, junto a Judy, y el otro escuchando atentamente. El del escenario se llama Tim Bowness, es cantante y tiene un sello discográfico llamado Burning Shed. El que estaba como nosotros, escuchando, se llama Steven Wilson, toca un montón de instrumentos, canta y es el líder de un grupo muy conocido llamado Porcupine Tree. Son No-Man. Una banda que sigo desde hace años, y que representa un aire fresco dentro de la música que se hace en Inglaterra. Lástima que apenas hagan conciertos.

Con Steven Wilson
Con ambos estuvimos hablando, Tim Bowness es bastante lacónico en sus respuestas. Tal vez porque estaba más pendiente de que todo fuera bien, que de hablar con la gente. Los que andamos en el mundo musical sabemos muy bien cómo se pasa en estos momentos antes de comenzar un concierto. En cambio, Steven Wilson fue mucho más locuaz y llegamos a un buen intercambio, y más cuando sacamos el tema del estudio de grabación. No-Man se comenzaron llamando “Ningún ser humano es una isla (excepto la Isla de Man)”. Es un juego de palabras que en inglés queda así: "No Man Is An Island (Except The Isle Of Man)". Evidentemente acortaron el nombre.
Este mural de Iván y la Fundación Josep Carreras me han traído a la mente una canción de este grupo que se titula “All Sweet Things” y pertenece a su disco “Schoolyard Ghosts” de 2008. Un tema que abre el disco y me gusta especialmente. Las letras de Tim Bowness son muy abstractas y parece que están hechas de ráfagas de ideas. El tema tiene mucha fuerza aunque no haya baterías, ni guitarras con distorsión. El estribillo de la canción merece la pena porque nos abre la esperanza:
Todas las cosas dulces
Todas las cosas dulces volverán otra vez.

Un símbolo de esperanza

El día 19 de julio, la Fundación Josep Carreras destacó este blog en su página “Blogs VS Cáncer”. Atención que nos llenó de emoción y alegría, dándonos más fuerzas para seguir adelante en esa dura travesía que estamos empezando a explorar.

Shock The Monkey To Life en BLOGS VS CÁNCER
Gracias a Josep Carreras y a su gente, esa esperanza de sanación se convertirá dentro de unos meses en una sólida realidad para todos los que estamos en tratamiento.
No-Man: All Sweet Things
Agradezco a Brenda Roqué de la Fundación Josep Carreras su apoyo, cariño y facilidades para poder hacer realidad este post.