viernes, 31 de agosto de 2012

En Mi Vida / In My Life


En el último post hablé de esos días especiales marcados en rojo y negro en el calendario. Los rojos son los que nos vienen marcados “de fábrica” y los negros los vamos fabricando nosotros.  Todos tenemos nuestros días especiales, y no son los cumpleaños en los que todo el mundo revolotea a tu alrededor. No, son esos días que sólo tú conoces y los guardas en el lugar más importante de tu corazón.

Bienvenidos a Twilight Zone: La Dimensión Desconocida

Hoy es 30 de agosto y en una ciudad llamada Recuerdo hay un chaval que está muy nervioso. Tanto, que no sabe si hará bien en subirse al autobús para ir al centro de la ciudad. Sabe que, haga lo que haga, éste puede ser el día más importante de su vida. Hacía pocos años, cuando tenía ocho, un conocido de su padre le dijo: “los hijos de los obreros no pueden leer tebeos”. Aquella sentencia era parte de la estupidez forjada a base de una vida dura en una época oscura e inculta. Esas palabras se le quedaron grabadas, apareciendo un sentimiento de culpabilidad y el resumen era que un hijo de un obrero no podía tener cosas bonitas, algo que con los años, esas cosas bellas serían parte de lo que se llama cultura. Pero aquella tarde iba a poner fin a aquella culpabilidad e iba a lograr hacer realidad un pequeño sueño.

El chico de Recuerdo había pasado todo el verano escuchando música en la radio; música diferente a la que se ponía en el tocadiscos de su casa. Era la primera vez que elegía qué escuchar, aunque fuera lo que ponían otros. Lo que pasa es que esta vez sí que le gustaba lo que sonaba. Era justo antes de salir de vacaciones para ir a otro lugar llamado Memoria. Allí conoció a otros chavales de su edad que tenían un montón de discos de los que molaban, que organizaban guateques en los garajes y que ponían cosas tan increíbles como el primer disco de Santana, el “Seventh Soujourn” de The Moody Blues, cosas de un grupo glam macarra llamado Slade y otras rodajas de vinilo tan apetecibles como extraños eran sus nombres. Todo era brillante, era como la retentiva que todos tenemos de cuando comenzábamos a ir a la escuela y percibíamos los colores de alguna manera que ahora hemos perdido.

En verano el dinero corre más fácil de unos bolsillos a otros. Este año, en el verano de Memoria, el chaval de Recuerdo consiguió un buen puñado de pasta. La familia que hace un año que no veía le mostraba su aprecio en forma de billetes de 100 pesetas. Sin darse cuenta había reunido el dinero que necesitaba para comenzar a tener lo que tenían los chavales de los garajes, libertad para elegir lo que querían escuchar.

El autobús olía a aceite pesado y a sudor. Una máquina torpe de dos pisos pintada de rojo que parecía sacada de una película al más puro estilo de "Delicatessen". El motor estaba dentro del habitáculo y convertía al vehículo en un horno con ruedas. Eso no importaba, lo que importaba era llegar al Galerias Preciados de Recuerdo. 

La tienda estaba situada bajo unas torres altas en las que vivían los modernos de la ciudad. La estructura de los edificios generaba una serie de calles en forma de túneles llenas de tiendas de ropa extravagante. Algo parecido a las tiendas y los bares que aparecen en otra película llamada "La Naranja Mecánica", film prohibidísimo para aquella sociedad. A la zona más repleta de tiendas la llamaban "la calle pop", en un quiero y no puedo comparativo con las calles de una ciudad extranjera llamada Shangri-la.

Las puertas se abrieron a la ilusión y el chaval de Recuerdo avanzó entre mostradores de pañuelos, de lencería salida de un búnker y de ropa de caballero hasta que llegó al departamento de discos. Aquello era para volverse loco. Estaban todos los discos que había escuchado durante sus vacaciones en Memoria. Sacaba uno del expositor e iba hacia la caja, justo antes de llegar volvía sobre sus pasos: "este, no. Mejor este otro." Así pasaron minutos dramáticos de dudas. Hasta que agarró con fuerza el "Seventh Soujourn" de The Moody Blues. Cuando parecía que todo estaba decidido, se acercó al disco que había estado escuchando en la radio antes de irse de vacaciones. Era rojo y doble, como los autobuses. En la portada había cuatro tipos asomados y apoyados en una barandilla dentro de un edificio que se parecía a los que estaban encima de la tienda. Se titulaba "The Beatles 1962-1966". Era muy caro, costaba 520 pesetas. Eso era una fortuna, porque en el país en el que estaban Recuerdo y Memoria los discos eran un artículo de lujo y estaban gravados con un 33% de impuesto de lujo.

The Beatles 1962-1966, última edición en cd de 2009

El "Seventh Soujourn" volvió al expositor en el que permanecería durante muchos años y nuestro chaval se llevó aquel disco rojo. Desde ese día, aquel tocadiscos Melodial amarillo que su padre compró un año antes de que él naciera estuvo sonando sin descanso arañando los surcos de aquellos dos discos con una gran manzana en la etiqueta.

Este fue el primer disco, iniciando un cambio de vida. Nuestro amigo estudiaba guitarra clásica, y se dio cuenta de que aquellas sencillas canciones escondían potentes vibraciones que le llenaban más que los aburridos estudios de Tárrega. Luego llegaron cientos de discos, luego miles con el paso de los años. Y, con el tiempo, el chaval de Recuerdo se dedicó en cuerpo y alma a la música. Ensayó en garajes, tocó en colegios. Grabó maquetas con su grupo y sonó en la radio. Salió en la televisión tocando con su camiseta de rayas. Aprendió el oficio de producir discos y compuso música para televisión.

Todo el mundo recuerda su pasado. Lectura imprescindible

Ahora reflexiona y piensa que la música de aquel disco rojo no la escucha desde hace años. Aunque siempre que sale una versión nueva de esta grabación la compra. Es más, ya ni escucha a The Beatles, de vez en cuando alguna canción suelta, y nunca de este disco. Pero piensa que tener ese disco cambió su futuro.

Portada y contraportada
La ciudad llamada Recuerdo existe. Está en otra dimensión, en la Twilight Zone. Cuando las cosas se ponen duras y la voluntad y el ánimo se comienzan a diluir suelo viajar a ese lugar. Revivo mis raíces y mi espejo es aquel chaval que eligió su destino. Igual que yo un 30 de agosto de hace 39 años. Ese día en el que sabes que algo muy importante ocurrió en el pasado. Un hecho simple que has repetido a lo largo de tu vida cientos, miles de veces. Pero hace 39 años fue especial: compré mi primer LP. Elegí el disco rojo de los Beatles entre un montón de posibilidades. No creo en el destino. Pero sí que suelo pensar en que nuestras decisiones afectan a nuestro futuro y lo cambiamos constantemente. Pienso que si hubiera comprado el "Seventh Soujoun" tal vez no hubiese iniciado este blog. Sólo me gustaba una canción: " Sólo soy un cantante en una banda de rock and roll". El resto del disco nunca me dijo nada. Lo compré quince años después del disco rojo de los Beatles. Creo que porque me dio pena dejarlo en la tienda aquel 30 de agosto.

Celebrando el 30 de agosto y que seguimos adelante.
"Hay lugares que recordaré toda mi vida, algunos han cambiado, no para mejor...". Así empieza "In My Life". Aquel Galerías Preciados ya no existe. La calle pop se hundió porque en Bilbao somos "de toda la vida", y esas cosas modernas no duran. Se sigue llamando así:  "La Calle Pop". La zona ha cambiado mucho, incluso Bilbao. Ya no queda ninguna de las tiendas de discos en las que compraba en aquella época: Quintana, Vellido, Aurresku, Woodstock y La Tienda. Aún creo que sigue aguantando Power Records, junto con alguna de las tiendas Long Play. También, mi forma de comprar música ha cambiado mucho. Ya no soporto entrar en una tienda de discos, me pongo muy ansioso. Me da pereza rebuscar. Ahora compro directamente a los artistas en sus páginas web y de vez en cuando en las grandes tiendas de Internet. Los discos me llegan en tres días, y ahora que no puedo moverme es todo un avance.
Ahí estaba Galerías Preciados y entre los dos edificios, la Calle Pop
En mi vida, como en la canción de Lennon, he pasado por muchas fechas señaladas, por esos días negros que se convierten en rojos. Gente que se ha marchado y otra que ha permanecido. Hechos que han dejado su particular huella. Todo esto ya forma parte de mí y quería recordarlo, además de compartirlo el día que mi corazón guarda en el lugar más importante, el 30 de agosto. Porque aquel día empezó el camino por el que he andado durante todos estos años y se convirtió en mi forma de vida: LA MÚSICA.

La música me hace estar vivo.


"Information is not knowledge. 
Knowledge is not wisdom. 
Wisdom is not truth. 
Truth is not beauty. 
Beauty is not love. 
Love is not music. 
MUSIC IS THE BEST."

La información no es conocimiento,
el conocimiento no es sabiduría,
la sabiduría no es verdad,
la verdad no es belleza,
la belleza no es amor,
el amor no es música,
LA MÚSICA ES LO MEJOR... 

Los Beatles nunca envejecen
The Beatles - In My Life. 1965